85 mujeres se forman como policías en Azuay

Cambiaron los zapatos de tacón por botas, sujetaron su cabello con un moño, y prácticamente se han olvidado del maquillaje. Esta fue la decisión de 85 mujeres de diferentes partes del país que, desde el pasado 9 de octubre, son aspirantes a policías.
Las modernas instalaciones de la Escuela de Formación de Policías, Froilán Jiménez, en Cuenca, son el espacio donde las aspirantes cumplen con su capacitación en aspectos físicos e intelectuales.
Fátima Delgado, oriunda de milagro, es una de las aspirantes a Policía. Ella tiene una hija de 3 años a la que no ve cerca de 10 días, desde que ingresó a la escuela de Policía.
“Es duro, pero el sacrificio vale la pena” , expresa Fátima al comentar que desde pequeña sintió la vocación por pertenecer a la Policía, deseo que fue creciendo cuando ingresó a un colegio militar.
“Mi familia me apoya totalmente y mi abuelita se queda con mi hija mientras me preparo para servir al país. Para mi ser Policía es un sinónimo de orgullo y una responsabilidad muy grande, ya que la ciudadanía confía en la institución” , añade Fátima.
Para ella, al igual que sus compañeras, el mayor reto ha sido adaptarse al clima, ya que en su totalidad son de la región costa. “En la parte física aún nos cuesta ejercitarnos, pero con el pasar de los días vamos adaptándonos, pronto será un tema superado”, comentó.
Por su parte, María Fernanda Barrionuevo, otra de las aspirantes, espera convertirse en la mejor graduada de su promoción. A ella el cambio disciplinario de un régimen civil a uno policial le está costando mucho, pero tiene la convicción de que los esfuerzos no son en vano.
“Aquí se come a las horas establecidas , incluso tenemos un chef que prepara comida apropiada para cumplir con nuestro trabajo físico y se nos da un tiempo determinado para el cuidado personal, algo que para las mujeres nos cuesta mucho, pero todo esto formará nuestro carácter para servir a la ciudadanía”, agregó.
El trabajo de las aspirantes en la escuela recién empieza. Deberán formarse por 9 meses, y la labor de este Gobierno por mejorarlo en condiciones dignas va viento en popa, lo que es evidente pues cada vez son más quienes quieren pertenecer y vestir el uniforme de la Policía Nacional.
El mayor Marcelo Castillo, director de la unidad de formación, lleva más de veinte años de servicio en el Grupo de Intervención y Rescate (GIR) y dos como formador de policías. Él resalta que valores como el servicio y protección a la comunidad son más que un trabajo, sino una vocación y esto se refleja en las aulas de esta escuela.
Infraestructura
Las instalaciones de la Escuela de Formación son las mejores, con áreas para la instrucción formal y académica, además de cómodas habitaciones donde vivirán en este tiempo las aspirantes.
“Antes los dormitorios eran algo así como un tipo de galpones», recuerda el mayor Castillo. Evalúa estos tres años de funcionamiento de la escuela como positivos y de muchos progresos, pues el presupuesto que es asignado por el Gobierno Nacional para la institución policial les permite planificar y plantearse metas, tanto en infraestructura como en logística.
Hoy, el Gobierno Nacional subsidia la alimentación, al igual que los uniformes y lo necesario para que los policías y los aspirantes a policías puedan formarse de manera optima, «antes teníamos muchas necesidades, ahora los beneficios son innumerables», reitera el oficial.
Para Castillo, la apertura brindada y la equidad de género que ha planteado el Gobierno Nacional permiten que ingresen a la institución mujeres casadas, madres solteras y profesionales que son evidencia de un nuevo modelo de gestión en seguridad que da mejores resultados en beneficios de la ciudadanía. / Marco Navarro
Fotografías: Jorge Revilla