El orgullo de ser policía y servir a la sociedad tiene un precio muy alto: la vida

En los escenarios cotidianos existen varias actividades profesionales que acercan a las personas a ese mayor sacrificio por el bienestar de la ciudadanía. Esta inmolación duele, y duele mucho. En especial para los seres queridos que quedan en el mundo. Salir a la calle y poner el ejemplo, aun a costa de perder la vida, beneficios personales o comodidades, es un precio muy alto que paga una persona que trabaja en aspectos de seguridad ciudadana y más aún cuando es servidor policial.
Ejemplos poderosos de esta entrega son los policías fallecidos caídos en acción, en cumplimiento de su deber. Ellos han plantado la semilla del ejemplo, del valor, la lealtad a un juramento, a un uniforme y a una institución al servicio de la comunidad.
Hay muchos casos, de los cuales contamos algunos. Los actores, siempre policías y oficiales en operativos antidelincuenciales.
Operativo Guayllabamba
Sucedió 17 años atrás, en septiembre de 1997. Participaron en este operativo antidrogas el suboficial Carlos Antonio Toapanta Larrea, el policía José Carrión, el cabo segundo Manuel Criollo y Alberto Guerra. Junto a ellos estaba la única mujer policía, Nancy Camino. Todo este contingente bajo el mando del capitán Pablo Cerda Tovar.
Previo al 28 de septiembre de 1997, la Unidad de Inteligencia Antinarcóticos había realizado una investigación y ubicó un movimiento sospechoso en una casa ubicada en la parte alta de la “Y” de Guayllabamba. En ese lugar cargaban un camión con 17 canecas de 55 galones cada uno, del químico MEK-(metil, etil y cetona) precursores químicos para refinar droga.
La intención era detener este cargamento, capturar a los traficantes y ponerlos a órdenes de la justicia. Al camión se lo detuvo en el puente de Guayllabamba, arrestando al chofer. Las personas que estaban en el interior de un auto que escoltaba al camión, se dan cuenta de la acción policial y logran fugar por la quebrada.
Inmediatamente, se solicitó apoyo al comando policial de Guayllabamba. El grupo policial continuó con el operativo y regresaron a la casa donde se almacenaba el químico.
El ahora teniente coronel Pablo Cerda y la sargento Segundo Nancy Camino, son dos de los sobrevivientes de este hecho. Luego de 18 años, comentan que nunca imaginaron que los dos ocupantes del vehículo escolta, un Chevrolet Vitara, iban a regresar a la casa. Ellos fueron emboscados en el sitio con metralletas y armas de grueso calibre.
En la balacera resultó ilesa la única mujer que participó en el operativo, la ahora sargento segundo Nancy Camino. Como policía de línea tenía apenas tres años en la institución y en la unidad antidrogas.
Camino cuenta que con la ráfaga que dispararon los dos maleantes, acabaron con la vida del suboficial Carlos Toapanta, del policía José Carrión e hirieron de gravedad a los cabos segundo Alberto Guerra, Manuel Criollo y al entonces capitán Pablo Cerda, quien dirigía al grupo.
La mujer policía explica que ella estaba parapetada tras el salido de un muro de la casa y que logró dispararle a uno de los antisociales, hiriéndolo. En medio de la acción, salió de su escudo que era el muro. “Dios en ese instante, me dio la segunda oportunidad de vivir. Si los malhechores se daban la vuelta y me veían desprotegida, hubiesen disparado y no estaba aquí para contarlo. Logré protegerme, enseguida insistí en pedir ayuda por el radio portátil, la que antes se había solicitado y que felizmente llegó, aunque un poco tarde. Los maleantes que dispararon, fugaron”, manifestó acongojada por los tristes recuerdos, la servidora policial que ahora desempeña funciones en la Dirección Nacional de Educación de la institución.
Paradojas de la Vida
Han pasado 18 años. Considera que esta experiencia le marcó la vida y le afectó psicológicamente, aunque recibió ayuda profesional. Cuando sucedió este hecho, tenía un hijo de 2 años y otro de 5 meses de edad en estado de lactancia. “De la impresión ya no pude dar de lactar”, afirma.
Explica que es importante capacitar al personal policial para que estén listos a enfrentar estos incidentes que muchas veces resultan trágicos, “por eso estoy ahora en educación”, comenta.
La vida tiene paradojas y no podía ser una excepción para la policía Camino, quien añade que uno de sus hijos está en la Escuela Superior de Policía formándose como oficial. “Como madre, no me agrada que haya escogido esta profesión, porque está expuesto a riesgos y no me gustaría que le pase nada”.
Familia se opone a que sea policía
Para el hijo del Suboficial Carlos Toapanta, fallecido en el operativo antidrogas Guayllabamba, su padre siempre tuvo una pasión que era la institución policial y su familia. “Nos inculcó disciplina y valores que nos han servido a mis cinco hermanos”. Cuando el falleció, tenía 18 años y la policía nos brindó todas las ayudas para superar la tragedia, anota.
Gracias a este ejemplo, su hijo, quien lleva el mismo nombre del héroe policial, Carlos Toapanta y que trabaja en el Distrito de Policía Eugenio Espejo, ahora es Cabo Primero y se siente feliz de ser policía. “Desgraciadamente no pude entrar a la Escuela Superior porque en este entonces era muy caro el ingreso para convertirse en oficial”.
Antes de morir su padre había comprado el prospecto para su ingreso a la Policía y estaban avanzados los trámites para lograrlo. Al fallecer el padre, su madre y sus hermanos se opusieron a que sea policía por lo que acababa de ocurrir, pero pudo más la vocación.
Con cierta emoción se acuerda de su hermana menor que llevaba flores a la tumba de su padre y conversaba con él, situación que le afecta y entristece aún.
En esta acción, desgraciadamente se perdieron dos valiosas vidas policiales. Una que iniciaba su vida profesional como el caso del policía José Carrión. El otro, el Suboficial Carlos Toapanta, quien había pedido la disponibilidad por haber cumplido su tiempo de servicio, más de 30 años de pertenecer a la institución policial.
Resaltar el quehacer policial
Para el Teniente Coronel Pablo Cerda, esta decidida acción policial que tuvo la intención de prevenir el delito y el tráfico de estupefacientes permitió detener a 15 ciudadanos ecuatorianos, aprehender 10 vehículos, embargar 5 propiedades e incautar 11.160 litros de metil-etil cetona.
Precisa que si queremos una sociedad mejor, un lugar mejor, en el que todos, todos vivamos bien y con bienestar, sin violencia, es necesario el apoyo de todos. “Hay que apoyar a la fuerza pública y contribuir con nuestro esfuerzo, por pequeño que sea” afirma.
Indica que estos cuadros dramáticos seguirán repitiéndose una y otra vez mientras haya gente que entregue su vida por el bien de otros. Es necesario resaltar el quehacer policial y eliminar la ignominia delincuencial. Lograr una mayor justicia por parte de los administradores de justicia e interpretar de mejor manera el aspecto de los derechos humanos y que la sociedad civil deje de ser tan fría e ingrata con la labor de los policías.
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