Megaoperativos muestran su efectividad en el Playón de La Marín
Quito.- Desde hace un mes, el Playón de La Marín luce distinto. La inseguridad que los usuarios sentían, tiempo atrás, cambió gracias a la presencia de un contingente policial de 15 uniformados. Ellos están presentes desde las 17h00 hasta las 20h00.
Su permanencia en el lugar no pasa desapercibida. Los cerca de 70.000 usuarios, que llegan al día a esta terminal de transferencia interparroquial hasta el valle de Los Chillos, se sienten tranquilos al notar que los policías realizan controles y chequeos a los viajeros. Muchos dejan de correr y caminan sin temores. Los efectivos policiales revisan a las personas que suben a los buses para verificar que no porten armas.
El coronel Carlos Chiriboga, jefe del Distrito de Policía Manuela Sáenz, señaló que esta actividad forma parte de los megaoperativos que se efectúan en toda la urbe. Estas diligencias son de carácter preventivo y buscan disminuir los asaltos, robos a personas y microtráfico de drogas. Dentro de estas estrategias antidelictivas también está pedir papeles a los motociclistas y conductores que transitan de manera sospechosa por la ciudad.
En el caso específico del Playón, los policías de patrullaje urbano y del Grupo de Operaciones Motorizadas (GOM) inspeccionan que los usuarios de los buses interparroquiales ingresen sin contratiempos. También revisan que presuntos carameleros no ingresen a delinquir dentro de las unidades. Esta era una de las principales denuncias de los viajeros.
Chiriboga mencionó que estos megaoperativos responden a una política de la Policía Nacional. De allí que se efectúan en todo el Distrito Metropolitano de Quito. Uno de los principales logros de esta táctica es la disminución de robos a las personas y que la percepción de seguridad en el lugar ha mejorado.
María Pillajo, quien viaja hasta el sector de Fajardo, dijo que gracias a estos operativos se siente más segura en el Playón. Antes, aseguró, se veía a personas peligrosas rondando el sitio. Además, de que supuestos vendedores se subían a las unidades de transporte a exigir, mediante amenazas, que les adquieran los productos.
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