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“La Policía me devolvió la dignidad y el amor propio”

Cuenca.- Las manos de Jorge (nombre protegido) aún tiemblan. La ansiedad en su rostro es evidente. Su voz se quiebra al recordar su pasado. Siente vergüenza por lo que hizo y por lo que perdió debido al alcoholismo. La enfermedad lo atrapó por 17 años y se alejó de ella los últimos cuatro meses gracias a un programa social que impulsa la Policía Nacional.

Jorge es de pocas palabras. Prefiere las respuestas cortas, un sí o un no son suficientes. Incluso un movimiento de cabeza basta para confirmar o negar alguna interrogante pero, pese a este hermetismo no duda un segundo en agradecer a la Policía por esta nueva oportunidad en su vida. “Ellos me devolvieron la dignidad, el amor propio. Creyeron en mí cuando todos me abandonaron”, indicó mientras observaba a los policías de la Unidad de Policía Comunitaria de El Batán.

Este ciudadano es una de las personas que forma parte del programa de recuperación de alcohólicos desarrollado por los policías de la UPC El Batán, con el apoyo del Ministerio de Salud. La iniciativa busca combatir esta problemática que afecta a este populoso sector de la ciudad, donde se ubica el mercado de El Arenal.

Jorge, de 32 años, llegó a este programa gracias al comentario de un amigo quien le señaló que en la UPC ayudaban a las personas que querían dejar el alcohol. Aunque confiesa que nunca se imaginó que fueran policías quienes le ayudarían a superar su enfermedad.

Su historia

En 1992 Jorge llegó a Cuenca con su madre desde el norte del país, pero a los pocos meses de su arribo quedó huérfano y fue recogido por una fundación en la cual tuvo que trabajar para ayudar con los gastos.

“Empecé como oficial en una construcción. Luego fui carpintero, lustrabotas y después retorné a la albañilería. Fue ahí donde probé por primera vez el alcohol a los 14 años. Luego poco a poco fui consumiendo más licor según como crecía”, comentó Jorge.

Un año más tarde se alejó por unos meses del licor. “Me enamoré y a los 15 años me hice de mujer, con ella tuve dos hijas, quienes luego de un par de años me abandonaron debido a que mi adicción me llevaba a tomar durante varios días, tiempo en el cual no llegaba a mi casa y no traía dinero para mantener a mi familia”, acotó.

La mayoría de edad lo encontró a Jorge en la calle. Dormía en los parques, portales o en casas abandonadas. Sus amigos le dieron la espalda y no tenía a nadie más en esta ciudad. Frente a su realidad acudió al mercado de El Arenal a buscar dinero como estibador para continuar con su adicción.

“Lo que ganaba durante la mañana me lo gastaba en licor en la tarde. Borracho buscaba un sitio donde arrimarme hasta el día siguiente. La comida no era importante mientras tenía licor. Así pasé durante varios años, en la calle era uno más del montón. No tenía nombre ni dignidad, no era nadie, el alcohol me arrebató todo, hasta mi familia”, comentó mientras se secaba las lágrimas.

El programa

El programa de rehabilitación al cual accedió Jorge es una idea del teniente Dennis Novillo, encargado del Circuito El Batán. El oficial observó que una de las principales causas que atraía a la delincuencia al sector, era la presencia de personas alcohólicas, quienes eran víctimas fáciles de los delincuentes.

“Lastimosamente los estibadores que trabajan en el mercado, especialmente miércoles y sábado, luego de su jornada se dedican a beber, lo que genera violencia entre ellos, con sus familias y sobre todo son presas fáciles de ladrones. En más de una ocasión los han agredido violentamente para robarles”, indicó Novillo.

Ante esta situación el oficial y los policías de la UPC iniciaron un proceso de identificación de los estibadores. Descubriendo que el 90% de ellos tenía problemas con el alcohol, por lo que establecieron una estrategia para ayudarlos.

Al principio identificaron los lugares donde adquirían en el licor y los clausuraron con las autoridades, luego nos acercamos a ellos hasta ganar su confianza e invitarlos a ser parte de unas charlas en la UPC.

“La primera reunión fue decepcionante. Llegaron tres personas. La semana siguiente ya contábamos con cerca de una decena y el número subía. Muchos llegaban por el café y el sánduche que se brindaba, pero esto fue un enganche para captar su atención”, comenta Novillo.

Charlas y becas

Con un grupo ya consolidado, a las charlas llegaba el personal del Centro de Salud de Yanuncay, quienes explicaban los riesgos del alcoholismo y sobre todo los motivaban a rehabilitarse.

“Un centro de rehabilitación tiene una tarifa de entre 1.000 a 1.200 dólares por persona, valor que las personas y familias no podían o deseaban costear, por ello nos tocó golpear varias puertas en busca de apoyo, al final conseguimos varias becas condicionadas para nuestros amigos”, señaló Novillo.

Precisamente fue Jorge uno de los enfermos que más interés mostró en ser parte de este programa. El teniente Novillo recuerda que él llegó por su cuenta a una charla, aún bajo el efecto del alcohol, pero conforme transcurrían las semanas su presencia era más seguida y en ocasiones no estaba tomado.

“Cuando me entrevisté con la trabajadora social y me comentó sobre la posibilidad de internarme para la recuperación no lo creí. Sabía que era una segunda oportunidad en mi vida y no podía desaprovecharla, por ello acepté y me comprometí con la Policía en volver a ser un hombre útil a la sociedad”, comenta Jorge.

Trabajo

El programa inició este año, y al momento 30 personas forman parte del mismo, 10 han sido internadas obteniendo diferentes resultados según comenta Novillo. “De todas las internadas tres ya han regresado a sus hogares. Jorge lleva más de tres meses sin consumir licor. Lastimosamente las otras dos personas han recaído, pero seguimos trabajando con ellas. Además confiamos en que las que continúan en los centros sigan el ejemplo de Jorge”.

El oficial reconoció que es un trabajo duro, ya que en la mayoría de casos los enfermos no tienen familia que les apoye o simplemente no confían en ellos y recaen. Por esta razón, los policías durante sus patrullajes visitan sus hogares y conversan unos minutos para que comprendan que ellos están pendientes y que tienen en quien confiar.

“Es muy aventurado decir que este programa terminará con la inseguridad en el mercado de El Arenal, pero de lo que estamos seguros es que los índices de violencia en el centro de abasto y en las familias de estas personas ha reducido considerablemente”, acotó Novillo.

Jorge es un ejemplo de este cambio, ahora él motiva a sus compañeros a sumarse a este programa de la Policía, a la que considera su amiga, ya que le devolvió lo que el alcohol le arrebató durante años, su dignidad. /Redacción Azuay.

Fotografías:


 

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