El policía y su caballo tienen un vínculo especial e irrompible

Cuenca.- Las pelusas vuelan hacia el rostro del teniente Nelson Cañizares cuando acicala el pelaje café de Grinfiel, un caballo de 12 años que se ha convertido en uno de sus mejores amigos. El policía le habla, conversa con el animal mientras lo asea y por momentos, da la impresión que el equino le responde.
Para ello, Cañizares se levanta todos los días a las 04h30 y lleva el alimento a su amigo, balanceado y paca, la mejor combinación para su mejor desarrollo y rendimiento. Él está pendiente de cualquier novedad que se presente y varias veces al día acude a la pesebrera para ver su estado.
El vínculo de Cañizares con los caballos inició de pequeño en su natal Cayambe. De su padre aprendió el cuidado que debe brindarles y, sobre todo, el respeto que debe ofrecer a los mismos, así como las técnicas para guiarlos, hasta el punto de convertir al caballo y jinete en uno solo.
Mientras explica su trabajo como jefe del área operativa de la Unidad de Equitación y Remonta Santa Ana de los Cuatro Ríos Cuenca, el oficial no deja de acariciar a su caballo, el cual le acompaña desde su llegada a la ciudad… hace cuatro meses. “No lo veo como un bien o una herramienta de trabajo, Grinfiel es mi amigo y como tal debo cuidarlo y procurar que nuestra relación sea la mejor”, comentó.
Relación con su binomio
La fortaleza que transmite el caballo a su jinete, hace que la confianza en su binomio sea grande y tenga la actitud necesaria para mantener el orden y brindar seguridad a una multitud. Pero la confianza no es algo que se compra, es el fruto del trabajo de varios años entre el jinete y el animal, compartiendo actividades que entrelazan su amistad y refuerzan esta relación que día a día se consolida.
“El caballo es fortaleza y un amigo noble”, son palabras que siempre recuerda y que le permiten continuar con la pasión que heredó de su progenitor. Ya acicalado, Cañizares coloca las vendas en los tobillos de Grinfiel para lesiones o posibles fracturas.
Algo inquieto, Grinfiel esquivaba la correa que va en la parte posterior de la dentadura, pero las caricias y palabras de su amigo lo tranquilizan y así permite que continúe su preparación, como premio le da un poco de panela, una de sus golosinas preferidas.
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El equipo de talaje y el aseo del animal son a diario, pero su cuidado va más allá de la preparación para su trabajo. La alimentación y salud van de la mano y esfuerzo del jinete, quien se responsabiliza de su binomio, en el caso de Cuenca son 25 caballos.
Uno de los problemas que afecta a la mayoría de los equinos son los cólicos, a consecuencia de la mala alimentación o estado del agua. Cañizares mencionó con sentido del humor, que en sus hombros lleva gran responsabilidad, como el cuidado de un hijo, con la diferencia que en Grinfiel siempre habrá un gasto de 500 dólares mensuales.
Amistad sincera
Como en toda amistad, pasan por momentos difíciles y Cañizares respira profundo y contiene las lágrimas al recordar a su excompañero Vulcano, a quien cuidó cuando laboraban en Guayaquil.
“Un problema pulmonar terminó con la vida de Vulcano, fue mi primer caballo en la Institución y tengo los mejores recuerdos y experiencias. Es duro dejar a un amigo cuando debe trasladarse a otra ciudad, pero más duro es despedirse de su compañero cuando sabe que va a morir, lo único que nos llevamos son los recuerdos del trabajo efectuado”, comentó Cañizares.
“Todos recorremos las pesebreras y nos preocupamos por cada uno de los caballos que se encuentran en la Unidad. Es nuestro deber y compromiso, ya que cuando un animal está enfermo también nos afecta a nosotros”, agregó.
Un ejemplo de ello es el hecho de que los policías participan en los partos de las yeguas que están bajo su responsabilidad. “Parece exagerado, pero uno dedica mucho tiempo a los animales en este trabajo, más aún cuando tiene a la familia lejos. El lazo que se establece entre jinete y caballo perdura por muchos años”, comentó.
Adiestramiento
Esta es la parte en la que el caballo patea fuerte contra el césped, como rezongando por la actividad que cumplirá. Nuevamente, una palmada y caricias hace que Grinfiel esté tranquilo y demuestre el por qué le designan a los operativos de control.
Cada caballo cumple con cierta actividad. Unos son trasladados a vigilar en los parques, otros van a controlar el orden público en los eventos y por último están los que se relacionan con las terapias de los niños.
El animal es seleccionado por su temperamento y al designarle un jinete, este se encargará de domarlo y que se acostumbre al carácter del servidor policial. Si el montador mantiene la calma en actos de violencia, su binomio también hará lo mismo y lograrán inculcar tranquilidad en el público.
Los ejercicios de repetición duran de 15 a 30 minutos, para que el caballo actúe mecánicamente frente a la orden que le dispongan. En otro escenario, cuando los niños sienten la motricidad del animal y la fuerza que transmite, genera que la hipoterapia sea apropiada y los menores de edad reciban grandes beneficios.
Los policías montados tienen constantes capacitaciones en su rama, en Argentina, México o en otro país con el que coordinen los cursos de adiestramiento y trato de caballos del servicio policial.
“El montar es una experiencia única y la fortaleza que transmite el caballo es impresionante. La lealtad hace que trabajemos seguros y demos tranquilidad a la gente en cada evento, ya sea en un parque, en un concierto, en una marcha, hasta en las terapias en las que los niños pierden el miedo y mejoran sus vidas”, acotó Cañizares.
Todo un proceso es el que cumple un policía de la UER para salir a las calles con su compañero y evitar la violencia en los eventos públicos. Un uniforme y seriedad en su trabajo ocultan la ternura y el amor que tiene por su caballo fuera de la acción. / Redacción Azuay.
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