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El desafío de ser el 1er buzo forense ecuatoriano

Quito. Con 31 años de edad, Byron Vizcarra lleva consigo un gran peso sobre sus hombros: la responsabilidad de ser el primer buzo forense del Ecuador y el segundo en Latinoamérica.

Como si fuera un cirujano que alista la indumentaria de acero quirúrgico previo a una operación, Byron observa su ‘quirófano’, que es la piscina. Primero coge los trajes de neopreno y los lanza al agua para que se remojen, coloca las aletas en el borde de la piscina y una maleta negra que contiene tubos, máscaras, visores y el tanque de oxígeno.

Este último es la herramienta más importante. Por ello, Byron, minuciosamente coloca los tubos a este cilindro lleno de oxígeno. Verifica la presión del aire y el flujo del mismo, y calcula el tiempo de duración para la inmersión.
Previo a esto, Byron cuenta que se debe calcular milimétricamente todo. Desde el clima, las condiciones del agua, hasta la delimitación del sector a investigar. Se debe prevenir cualquier incidente que pueda ocurrir. Sin embargo, un buzo forense debe estar preparado para todo.

Su hobbie era el buceo deportivo

Antes de incursionar en este campo, Byron, teniente con 10 años dentro de la Institución y miembro de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased), realizaba como hobbie el buceo deportivo y de recreación, en la provincia de Santa Elena.

Ya con la licencia deportiva de buceo, su experiencia dando clases, sus habilidades como investigador, y el apoyo de las autoridades de la Dinased, fue a un curso de buceo forense en la ciudad de Santiago de Chile, en diciembre del 2014. Capacitación práctica en la que aprendió durante tres meses, todas las técnicas del buceo forense, los equipos indispensables y la importancia de esta labor para la resolución de crímenes.

Ser el primero es una gran responsabilidad

“En Latinoamérica solo existe dos buzos forenses, uno en Chile y el otro, mi persona”, comentó. Para él, ser el primero en el país conlleva una gran responsabilidad. Luego de extensas horas de práctica subacuática con diversas situaciones, desde encontrar evidencias, hasta la simulación de torbellinos acuáticos, Byron obtuvo destreza en esta área de la investigación forense.

Él contó que hay casos en que los delincuentes lanzan a lagunas, ríos o mares las evidencias o los cuerpos, por lo que el buceo forense no consiste solo en rescatar el cadáver y ya, sino también buscar indicios o evidencias que permitan esclarecer el asesinato cometido.

Hasta el momento, no ha puesto en acción la fijación de evidencias con piedras bajo el agua, pero sí en prácticas y clases, tan elaboradas, que se usan maniquíes como cadáveres. Él señaló que un equipo profesional para esta investigación está avalado entre 400 y 500 mil dólares, pues implica tanques diferentes de oxígeno, trajes más resistentes y hasta máscaras de oxígeno, que impiden que se contamine con algún gas propio de la descomposición del cuerpo. Solo Francia cuenta con estos instrumentos y Chile está en proceso.

Por su sangre recorre la de generaciones de policías. Podría decirse, que su ingreso a las filas de la autoridad y el orden fue por tradición y vocación. A más de ser un apasionado por el buceo, quien no teme indagar bajo el agua los misterios de la muerte, es un visionario humanitario.

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Temple de acero

Trabaja en la creación de un proyecto de buceo como terapia para los adultos mayores y rehabilitación. A esto, se suma la constante lucha para la creación de un equipo de buceo forense.

Es un visionario, por eso no espera que pase alguna catástrofe, como el terremoto que hubo en Chile, para que se implemente un escuadrón de investigadores en esta área. Los miembros no deben, necesariamente tener un físico escultural, pero sí temple y nervios de acero. Ser capaces de actuar de manera inmediata y en segundos bajo el agua en cualquier imprevisto. Un cambio brusco en el clima o el mal cálculo de la duración del tanque de oxígeno, podría significar su última sumersión. /Redacción Quito.

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