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Policía, músico y padre: las tres facetas de Emiro Paguay

Guayaquil. Ser progenitor es una gran bendición, pero ser padre y madre a la vez es un gran desafió, así lo aseguró Emiro Paguay, quien logró sacar adelante a sus dos hijos luego de que su esposa falleciera. Es suboficial segundo de la Policía Nacional lleva 32 de sus 54 años en la Institución, donde se desempeña como director de la banda de música en la zona 8.

Emiro ingresó a las filas policiales en el año de 1982, por su destreza en el arte musical, desde pequeño asistía a la escuela de música, en su parroquia natal San Lorenzo del cantón Guaranda. El clarinete fue su instrumento favorito. «Mi hermano mayor que ya era policía me incentivó para que entre a las filas policiales, postulé para ingresar y me aceptaron, desde allí he sido parte de la institución, en la banda de músicos”.

Al pasar el tiempo, Emiro se casó con Alba Vargas Aucancela y formó una familia muy unida, lastimosamente su esposa falleció hace siete años por un cáncer terminal. “Al principio no fue fácil, ella era el eje de mi matrimonio y se encargaba del hogar porque yo pasaba casi todo el tiempo en el trabajo, sin embargo al faltar ella, me tocó asumir toda la responsabilidad de la formación y crianza de mis dos hijos”.

Diego Rogelio, su hijo mayor, tiene 27 años de edad, es ingeniero y resalta en su padre la responsabilidad y camaradería. “Todas las mañanas se levanta muy temprano, prepara el desayuno, siempre se preocupa por lo que nos pasa y está pendiente de nuestras necesidades”.

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María Belén, de 19 años, estudia para obtener su título de enfermera, afirma que su progenitor es tradicionalista, pero sabe que formarse con principios le ayudará a ser una mujer de gran valía. “Es muy estricto, eso nos ha permitido superarnos y valorarnos como seres humanos y aunque a veces no nos guste algo, esa es su forma de cuidarnos, motivarnos para que siempre sigamos el camino correcto”.

«Cuando quedé solo al cuidado de mis hijos, pensaba en cumplir la promesa que le hice a mi esposa de no descuidarme de mis vástagos, gracias a Dios lo estamos logrando poco a poco, quiero hacer de ellos unos buenos ciudadanos, que tengan sus propias metas, que se forjen una profesión que les sirva de apoyo en la vida para cuando yo ya no esté. Todo padre hace cualquier esfuerzo por ver felices a sus hijos, los sacrificios valen la pena por ellos”. Redacción B. CH. /Guayas.

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