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El 7.8 no apagó la esperanza de decir: ¡Está vivo!

Manta. Estaban en el cuartel, sintieron el fuerte sismo, escucharon que muchos objetos cayeron, cogieron cascos, guantes, linternas, y salieron. Cinco minutos después estaban en la calle junto a la ciudadanía, actuando por instinto y los conocimientos que han adquirido para salvar vidas, sin importar que la de ellos esté en peligro. Así fue como actuaron cinco elementos del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) de la Policía Nacional, la noche del sábado 16 de abril.

Se trasladaron a los sectores de Manta donde había múltiples daños. Verificaron el aeropuerto, cuya torre de control había sufrido problemas, y ayudaron a sacar a las dos primeras víctimas que resultaron heridas.

Inmediatamente se movilizaron a Tarqui y se percataron de la magnitud del desastre en esta zona comercial. Sin pensarlo dos veces, ante el llamado de auxilio de varias personas, acudieron al rescate de dos adultos mayores que estaban aplastados por el techo, en una vivienda mixta de dos pisos, ubicada en la avenida 113 y calle 104.

Estaban en el cuartel, sintieron el fuerte sismo, escucharon que muchos objetos cayeron, cogieron cascos, guantes, linternas, y salieron. Cinco minutos después estaban en la calle junto a la ciudadanía, actuando por instinto y los conocimientos que han adquirido para salvar vidas, sin importar que la de ellos esté en peligro. Así fue como actuaron cinco elementos del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) de la Policía Nacional, la noche del sábado 16 de abril.

Con una escalera improvisada ingresaron por una ventana a la segunda planta, bajo la oscuridad de la noche porque no había energía eléctrica. El cabo primero Edison Crespata, integrante del GIR, detalla que tomaron las medidas de precaución. No tenían la maquinaria necesaria, pero sí una gran responsabilidad, eran el primer grupo de rescate en el sitio. Gracias a un arduo trabajo por remover escombros, lograron sacar con vida a la pareja de adultos mayores.

“De pronto a esas personas nunca más se las volverá a ver, pero en ese momento el escuchar ‘Gracias’, ‘Dios le pague’, no tiene precio. La emoción tan fuerte de decirle ¡está vivo señor..!, le da una sensación de satisfacción, de haber salvado algunas vidas”, asegura Edison, cerrando los ojos, al parecer con el afán de volver a vivir desde sus recuerdos esa experiencia inexplicable.
Han pasado varios días, y mientras realizamos el recorrido por el devastado Tarqui, César Abarca, yerno de los primeros rescatados, también llega al lugar de los hechos. Visiblemente emocionado reconoce a los rescatistas de sus seres queridos. Se presenta.

Ahora sonriente, después de los duros momentos vividos, nos cuenta que sus suegros le pedían ayuda, pero él no podía levantar la pared porque era muy pesada. Cuando llegó el equipo del GIR empezó el verdadero trabajo. “Hicieron todo el esfuerzo necesario y estoy muy agradecido con ellos, porque levantaron la pared, hicieron un agujero con un serrucho y sacaron a mis familiares. Ambos están recuperándose. Lo más importante es que están con vida y van a ver crecer a su nietos”, dice. Se despide afectuosamente antes de continuar su camino, comprometido con sumar su esfuerzo para levantar a Manta de los escombros.

Y la noche continuó…

Las llamadas de auxilio, a través de la radio policial, empezaron a ser más intensas, debido a que había personas atrapadas en edificios, viviendas, locales comerciales colapsados. Uno de ellos era el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), donde estaban evacuando a los presentes. Acudieron y ayudaron a sacar a varios ciudadanos que se alojaban en la casa de salud.
La insistencia de los reportes desde el centro comercial Felipe Navarrete, hizo que redireccionaran su ayuda. En el lugar había gran cantidad de ciudadanos entre escombros. Se dirigieron al sitio y, junto al Cuerpo de Bomberos de Manta, rescataron a dos personas vivas que estaban aprisionadas entre siete cuerpos y las losas del edificio.
“Cuando llegamos vimos a una mujer que tenía el brazo izquierdo roto y a un hombre en estado de shock, ambos colgados con las piernas atrapadas. Hicimos palancas y retiramos a los cadáveres que estaban obstruyendo el paso de los cuerpos de quienes estaban vivos. La mujer nos suplicaba ayuda porque estaba en estado de gestación. Los liberamos poco a poco. La primera impresión en ese momento de desolación y tristeza fue de alegría, dos vidas más estaban a salvo”, narra Klever Zapata, comando GIR.

Así transcurrió la noche en la que se rescató a varias personas con vida y otras decenas de víctimas.

VIDEO:

Reacción inmediata

Al consultarle al capitán Pablo Salazar, líder de la operación de rescate del 16 de abril, sobre qué sintieron en ese momento, él respira profundo antes de afirmar que como policías especiales y entrenados tuvieron que bloquear todo tipo de sentimiento y concentrarse en la tarea del rescate de las personas que se encontraban aún con vida.

“Como grupo especial de la Policía Nacional hemos pasado muchos momentos duros pero creo que a la mayor parte de la población, el terremoto le ha llegado en lo más profundo de sus ideales, sentimientos, y a nosotros también”, afirma Salazar.

La doctrina de rescate indica que las primeras horas son fundamentales para poder encontrar gente viva y es lo que priorizaron. “Era lo que teníamos que hacer y lo hicimos, con mucho temor inclusive. Tuvimos que tomar la decisión de ingresar a lugares que implicaban mucho riesgo para nuestra vida, porque caían los cables de energía, postes, losas y techos. Pusimos todo nuestro profesionalismo, valentía y entrenamiento para poder sacar a esas personas con vida”, señala con firmeza.

El tiempo era su mayor enemigo, no había lugar para otros pensamientos y menos para comunicarse con sus familiares, con quienes tomaron contacto tres días después del suceso. El capitán Pablo Salazar, el cabo primero Nelson De la Cruz, el cabo segundo Diego Toctaguano, el cabo primero Edison Crespata y el cabo primero Klever Zapata, ahora analizan todo lo que vivieron esa noche, donde salvar vidas fue su misión. Redacción L. R. /Manabí.

Fotografías:


 

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