Rescatista del GOE rememora su historia del 16 de abril

Quito.- El terremoto del 16 de abril de 2016, que azotó la Costa ecuatoriana, marcó un antes y un después en la vida de todos sus habitantes, sobre todo para los rescatistas, pues los enfrentó a una realidad a la cual nunca antes se habían vivido.
El movimiento sísmico ocurrió a las 18h58 hora local, del 16 de abril de 2016, con epicentro en Pedernales y Cojimíes, en la provincia de Manabí. Fue el más destructivo desde el terremoto de 1987 que se sintió en el país. Tras varias horas, los medios de comunicación empezaban a transmitir las cifras devastadoras.
La Policía Nacional inmediatamente empezó a movilizar todo su contingente, en especial a las unidades especializadas en búsqueda y rescate, como lo es el Grupo de Operaciones Especiales (GOE) que trasladó a 150 agentes a las zonas afectadas de la provincia de Manabí.
Entre ellos se encontraba el cabo Javier Tipanluisa, quien tiene 32 años de edad y hace diez años pertenece a la Policía Nacional, siete años de ellos como rescatista del GOE. Es oriundo de la provincia de Cotopaxi, el tercero de cinco hijos de una familia católica.
"Nuestra prioridad era rescatar a la mayor cantidad de personas con vida"
“El día del sismo yo me encontraba franco. Recibí el llamado del Comandante del GOE, Fabián Codel, para concentración de los miembros del GOE, la disposición decía: Al término de la distancia.
A las 06h00 ingresé a la unidad, apenas alcancé a ponerme el uniforme y el equipo, y a las 07h00 estuvimos rumbo a Pedernales arribamos aproximadamente a las 12h00 al estadio.
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Al llegar, se veía la ciudad devastada, gente por todos lados. Inmediatamente, el capitán Jonathan Flores, uno de los oficiales que estaba a cargo del operativo de ayuda, nos dividió por calles, no teníamos idea de la nomenclatura de los sectores.
A medida que avanzábamos, la gente se acercaba y nos indicaba donde se encontraban los cuerpos para su extracción, fueron momentos difíciles, nuestra prioridad era rescatar a la mayor cantidad de personas con vida…
De pronto, se acercó Tedy Barberán, habitante de la zona, y nos llevó a un edificio esquinero donde estaba una muchedumbre y se escuchaban voces solicitando ayuda.
Al instante nos organizamos con tres unidades de rescate conformadas cada una por cuatro uniformados. Establecimos un cordón de seguridad e indicamos a la maquinaria pesada que estaba trabajando, para que cese sus actividades. Preparamos el equipo e ingresé, aproximadamente a tres metros hallé a una persona, de sexo femenino, con vida la cual fue extraída, pero se escuchaban voces de niños en lo profundo.
Afortunadamente la estructura tenía espacios, aunque de difícil acceso, que permitían movilizarnos. Colocamos gatas hidráulicas en sitios estratégicos para generar espacios seguros, al acceder pude divisar la figura de una niña que me pedía ayuda, no se realizó la evaluación hospitalaria, ya que era prioritaria su evacuación.
El momento cumbre fue cuando pude sacar a la niña y en agradecimiento a Dios le hice la señal de la Cruz. No me consideró un héroe solo creo que tuve la suerte de estar en el momento exacto.
Creo que ésta fue una de las operaciones más difíciles y pensaba en mis hijos que eran mi principal motivación para no quebrantarme. Estar en Pedernales marcó mi vida y consolidó mi sueño de ser Policía para servir a los demás”.
Esta es una de muchas historias de los rescatistas que tuvieron la suerte de salvar vidas. Sus prioridades no era llevar una estadística, por la conmoción muchos no recuerdan pequeños detalles, como los nombres de las personas a quienes ayudaron, solo recuerdan que dieron todo por servir y ayudar a los a los habitantes de las zonas devastadas por el terremoto que marcó un antes y un después en la provincia de Manabí y el sur de Esmeraldas. J.T/Redacción Quito.