Aspirantes se esfuerzan por cumplir sus sueños en la Policía Nacional

Guayaquil.- Tienen una meta fija, graduarse dentro de un año y medio, con el fin de desempeñar con esmero el lema de la Policía Nacional, “Servir y proteger” a los ciudadanos. Los 81 aspirantes a policías que se educan en la Escuela de Formación de Guayaquil afirman estar dispuestos a cumplir con el juramento institucional de “Ofrendar la vida si fuese necesario”.
Uno de los más entusiastas es Daniel Aldás, de 23 años, oriundo de la provincia de Zamora Chinchipe, quien tiene un hijo de 8 meses de edad y explica que su “pequeño” es su mayor inspiración para culminar con éxito sus estudios. “Seré útil a la sociedad y también tendré un buen sueldo que me permitirá contar con una fuente de ingresos para solventar mi hogar y darle un buen futuro a mi familia”.
Aldás relató que su inspiración para ingresar a la institución fue venir de una familia policial. Sus tíos, hermanos y primos son uniformados y laboran en diferentes unidades. Con orgullo hoy sigue sus pasos, es uno de los más aplicados de su promoción y sus compañeros lo consideran honesto y colaborador.
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El teniente Cristian Araguilin, subdirector de la Escuela de Formación Policial Guayaquil, ubicada entre la avenida Barcelona y José Rodríguez Bonín, resalta que los 81 aspirantes de línea, llevan un año dos meses de instrucción y que hasta el momento han aprendido materias que forman la malla curricular como: asesoría pedagógica, doctrina policial y ética policial.
Quien tiene la primera antigüedad, mérito obtenido por tener las mejores calificaciones es Jefferson Córdova, de 19 años, oriundo de Cuenca, Azuay. El joven cuenta que desde que era niño anhelaba ser policía, jugaba con pistolas y esposas de plástico, “buscando aprehender a los malos”, sus amigos se prestaban para hacer el papel de bandidos.
“Tengo dos primos que son militares, pero yo no quería pertenecer a las Fuerzas Armadas, quería portar el uniforme de la Policía Nacional y trabajar en la unidad de Antinarcóticos. Quiero erradicar el microtráfico que tanto daño hace a nuestra sociedad”, afirmó Córdova.
La historia de Jefferson Fierro, de 19 años de edad, también es muy interesante, cuenta que cuando les dijo a sus padres que quería ingresar a la institución no lo tomaron en serio, sin embargo al ver su tenacidad y sacrificio por graduarse, se dieron cuenta de que no era un capricho sino un deseo profesional. “Mi papá y mi mamá querían que sea abogado o doctor, me preguntaron varias veces durante el proceso de selección para ingresar si estaba seguro de lo que hacía. Hoy que han sido testigos de mi vocación se sienten orgullosos y me apoyan”, agregó Fierro.
Los jóvenes coinciden en que lo mejor de la educación que reciben es que les enseñan a ser policías colaboradores con los ciudadanos y no represivos como eran los agentes del pasado. Cultivarse en respetar los Derechos Humanos es básico para graduarse como técnicos en seguridad ciudadana y orden público. Redacción M.M. /Guayas.