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Comerciantes reactivan sus negocios con presencia policial

Pedernales.- Sobrevivió a tres terremotos, pero no quiere un cuarto. «Ahí no más», dice doña Rosalba Cardona, quien desde hace dos días consiguió un nuevo trabajo vendiendo jugos en el Malecón de Pedernales.

Ella es una de las decenas de personas que prefirieron quedarse en la ciudad y luchar por un nuevo futuro luego del terremoto del 16 de abril pasado. Doña Rosa ayuda a la preparación de jugos, tostadas y en lo que pueda.

Rosalva afirma que los aspirantes a policías que cuidan el popular Malecón son sus clientes y que por ellos el negocio se reactivó. Como son de otras ciudades no aguantan mucho el calor. A pesar de haber nacido en Quindío, Colombia, ya está radicada en el país y no piensa volver porque esta tierra conquistó su corazón.

Sobrevivió a tres terremotos, pero no quiere un cuarto. "Ahí no más", dice doña Rosalba Cardona, quien desde hace dos días consiguió un nuevo trabajo vendiendo jugos en el Malecón de Pedernales.

La mujer de 64 años cuenta que ha sobrevivido a tres terremotos fuertes en Cúcuta, en Armenia y ahora en Manabí. Ninguno le ha hecho mella el espíritu ni las ganas de trabajar honestamente. «Sí señor, para servirle bien pueda», se despide.

Quien contrató a doña Rosalba fue José Aguilar, dueño del emprendimiento, quien como el Ave Fénix renació de entre las cenizas. Con 20 dólares prestados y la ayuda de un oficial de Policía volvió a reactivar su negocio de batidos.

Aguilar, santodomingueño de nacimiento pero manaba de corazón, cuenta que durante el terremoto se le quebraron todos los vasos de licuadora donde hacía sus batidos. Sus frutas también quedaron en el piso y se echaron a perder.

Todavía con el susto dice que no quiso darse por vencido y pidió un préstamo de 20 dólares a un familiar; con ese capital compró frutas. Un oficial de Policía le ayudó a hacer las conexiones eléctricas y ¡eureka! Batidos Manabitas abrió las puertas a su clientela que, en primera instancia, fueron los aspirantes y cadetes que consumían su producto por el intenso calor durante sus jornadas de custodia.

Ahora, con un capital de 50 dólares, afirma que comprará más vasos de licuadora y así irá ahorrando para levantar su negocio que surge «con la bendición de Dios». Redacción O. R. /Quito.

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