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Denunciar la usura determinó la victoria de una guerrera

Cuenca. A sus 49 años, Mercedes Ochoa Abril maneja los términos y el lenguaje jurídico con una soltura y seguridad envidiable. Nunca estudió Derecho, pero la vida le obligó a conocer esta materia ya que en los últimos 10 años, las oficinas de abogados, jueces y fiscales se han convertido en su segundo hogar.

Su baja estatura y su amplia sonrisa esconden un carácter fuerte, un temperamento decido, el mismo que se ha curtido con cada disputa legal, con cada derrota, con cada pérdida. “Han sido muchos golpes, heridas y dolor, pero de cada uno de ellos aprendí, porque me hicieron más fuerte y más decidida”, comenta la mujer.

Es difícil no admirar a Mercedes, ver la fluidez con la que debate e increpa a los funcionarios de la Justicia y Judicatura por lo que ella considera el mal accionar de los jueces. Con papeles en mano reclama justicia y no solo para ella, sino para decenas de personas más, a las que poco conoce.

Ella es una de las centenares de víctimas de los usureros, o chulqueros como se les conoce al sur del país. En el año 2005, su conviviente pidió 13 mil dólares a una pareja de conocidos en su natal Girón. “En ese momento, la necesidad me llevó a pedir dinero y confiar en supuestos amigos, quienes al poco tiempo se convirtieron en mis peores enemigos”, confiesa la mujer.

El error

Mercedes reconoce que en aquel año, ella sirvió como garante para que sus ‘amigos’ le preste dinero a su conviviente y por ello entregó unas letras en blanco. “El día que firmé esos papeles entregué mi alma al diablo, luego de ello mi vida tomó un rumbo que nunca me permitiría recuperar la tranquilidad”, señala la mujer.

Luego de este año, Ochoa y su pareja empezaron a cancelar los intereses por el dinero prestado y cada cierto tiempo abonaban parte del capital, pero la deuda nunca terminaba y los intereses cada vez eran mayores.

Para el año 2010, y luego de que los usureros se apoderaron de las escrituras de un terreno que entregó como parte de la garantía, Ochoa calcula que canceló cerca de 100 mil dólares. Pese a ello, los usureros no le entregaron las letras y la deuda continuaba, lo que llevó a Mercedes a denunciar este delito.

Valor

Esta mujer, con el único respaldo de sus jóvenes hijos, emprendió una cruzada que pocos imaginarían. Con contados dólares en el bolsillo, pero llena de indignación, acudió a la Policía, a la Fiscalía y empezó su recorrido por los juzgados en busca de lo que ella consideraba una utopía… la justicia para los pobres.

“Es duro llegar a golpear las puertas sin argumentos legales o evidencias que puedan motivar una investigación o respaldar mi denuncia, más aún cuando uno cree que la Justicia no es para los pobres, sino solo para aquellos que tienen dinero”, comenta Mercedes, al tiempo que reconoce que este concepto cambió con el paso del tiempo.

Pero el valor de Mercedes es tan grande que soportó una serie de amenazas, agresiones a sus hijos y un sinnúmero de insultos por parte de quienes le “hicieron un favor” al prestarle dinero y luego intentaron usurparles incluso la felicidad.

«Hubo días que mi único deseo era encerrarme en mi cuarto y no salir nunca, quería que todo termine, pero mientras más pensaba, más decidida estaba a no dar mi brazo a torcer, no importaba las puertas que me cerraran, tenía la esperanza de que en algún momento alguien me iba a tender una mano”, señala entre lágrimas Mercedes.

Confiesa que no recuerda si fue coincidencia o el destino, pero cuando observó una propaganda del Gobierno que invitaba a los ciudadanos a denunciar a los usureros, ella tomó la decisión de no descansar hasta que se haga justicia.

Una victoria motivadora

El esfuerzo de Mercedes no cayó en tierra infértil, tras varios años de una constante lucha a la que poco a poco se sumaron más y más víctimas de la usura dio su fruto. La Justicia ordenó la detención de la pareja de usureros y emitió una sentencia en su contra.

“El año 2013 quedará en mi mente para siempre, mi fe en la Justicia revivió, la sentencia no fue la que muchos esperábamos, pero sabíamos que estábamos sentando un precedente y que esto sería una motivación para que muchos más pierdan el miedo y denuncien a los chulqueros”, dice Mercedes mientras la expresión de su rostro cambia radicalmente.

Pero esta mujer, de carácter indomable, no se quedaría de brazos cruzados y emprendió un nuevo proceso para recuperar todo lo que durante años le fue arrebatado, es así que se determinó que los usureros debían devolver todos los bienes a Mercedes en el menor tiempo posible.

“No me considero un ejemplo ni una heroína, si desean calificarme, califíquenme como un espejo en el cual se reflejen errores, como entregar documentos en blanco a personas que uno creía amigos. Observen en este espejo a una mujer que sintió que el mundo se destrozaba y que poco a poco lo fue levantando hasta llegar a su objetivo”.

Pese a todo este periplo que ha vivido Mercedes, lejos está el momento de descansar, ya que ella ha asumido la lucha de aquellos que por temor o desconocimiento no saben cómo llegar hasta las instancias legales para evitar perder sus bienes, a manos de los que ella califica como “miserables”.

No les tengo rencor, mucho menos odio… siento lástima por ellos, porque su vida y prosperidad se levanta sobre las bases del sufrimiento de las personas, del llanto de mujeres y niños, de familias destrozadas y separadas por el dinero. No tengo mucho, pero lo que tengo siempre estará destinado a terminar con estos delincuentes. Ojalá Dios me dé la vida para ver presos a todos los chulqueros de mi tierra. Redacción MN/Azuay.

Fotografías:


 

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