Drago: Un olfato extraordinario y el amigo que nunca falló

Esmeraldas.- Su pelota todavía tiene rastros de su pelaje y el collar negro su olor. Drago no se ha ido del todo. Vive en la pureza de su lealtad y en el misticismo de su profesionalismo. Vive en el recuerdo de la cabo segundo María García y mientras esté ahí nunca morirá.
García fue su guía durante tres años. Es decir, desde que se hizo el curso de caninos y cuando fue aceptada como parte del Centro Regional de Adiestramiento Canino (CRAC). Fue amor a primera vista, mejor dicho a primer olfato. Él era un pastor alemán de un año y medio. Provenía de Virginia, Estados Unidos.
Se cayeron bien desde el primer momento y a pesar de que Drago siempre fue un grandulón con mucha fuerza, la policía lo supo domar e hicieron una pareja inseparable, hasta el 9 de junio del presente año, cuando el can falleció. Hasta el momento se está investigando su muerte. Fue de un momento a otro.
“Es muy difícil superar su pérdida, me hace mucha falta”, comenta García, mientras su voz se quiebra por unos instantes. A modo de playback llegan los momentos compartidos junto con el ‘bodi’ más leal que ha conocido.
El que la esperaba afuera en el patio mientras ella se cambiaba en su habitación sin moverse, al estilo de los perros de Hollywood. El que era incapaz de hacerle ni solo un rasguño, pero sobre todo, el que era incapaz de fallarle.
“Mientras estaba en mi habitación lo veía por la ventana esperando, otros le llamaban pero no se movía si yo no lo llamaba”. Eso es lo que más extraña dice la uniformada, el vínculo emocional y eterno que formaron y la sociedad antinarcóticos más exitosa.
Mientras muestra con orgullo fotos de Drago en su tableta, la policía afirma que el can era un perro experto en descubrir casos de marihuana y cocaína. En los últimos meses descubrió 105 kilos de estas sustancias, tanto en el puerto de Guayaquil como en los pasos clandestinos en Esmeraldas.
Decomisar droga para María García es su trabajo, pero para Drago era un juego. Un juego que dio muchos resultados positivos a la Policía Nacional. No solo trabajaba bien con su guía, sino con cualquiera que se lo llevara a los operativos. «A pesar de que éramos un equipo, él era la verdadera estrella, nunca regresaba con las patas vacías”.
Su tristeza aumenta cuando tiene que limpiar el canil donde dormía Drago junto con otros cinco canes de la Unidad Antinarcóticos de Esmeraldas. A la mañana siguiente de su muerte, el espacio vacío aumentaba su desesperación, cuenta. “Pienso en todo lo vivido con él, cuando conoció el mar, cuando jugaba con mi hija, cuando le conversaba mis problemas”.
Drago, a más de lealtad, le enseñó a García a no esconder sus sentimientos ni emociones. “Miro por la ventana de mi habitación y quisiera verlo ahí parado como siempre esperándome, pero no está. A veces escucho sus ladridos y su llanto desde su canil, pero cuando voy a verlo no está”, rememora la agente, mientras acaricia con sus manos la pelota de tenis y el collar de Drago. “A pesar de que era un pastor alemán imponente, cuando se sentía amenazado se escondía detrás de mi. Una vez otro can me mordió por defenderlo, yo lo quería”.
Sus compañeros caninos también lo extrañan. Muscly, Igor, Luca, Cloe, Diesel le rindieron honores a Drago en su entierro. Lo despidieron olfateándolo por última vez y se retiraron junto con sus guías lentamente, como diciendo que se encontrarán algún día, quizá en el cielo de los perros.
Fidelidad y lealtad
Nunca la traicionó, los perros no tienen ese sentimiento en su diccionario de vida. Sabía todo acerca de su guía García y ella sabía todo sobre Drago. Compartían desde los problemas más efímeros de la cabo, hasta los momentos más felices cuando le acariciaba la pancita felicitando al can por haber descubierto un buen caso.
Drago fue despedido con honores por parte del CRAC. Su cuerpo está enterrado en un camposanto dentro de la Unidad. Ahora es una leyenda dentro de los canes antinarcóticos. Su ceremonia de despedida fue el viernes 10 de junio. En pocos días le impondrán una pequeña placa, cuentan los guías que trabajaron con él.
Una calurosa brisa envuelve la Unidad la tarde del sábado. García camina y se dirige hacia el patio central y va directo hacia la tumba de Drago. Se inclina y deja caer en la tierra seca la pelota favorita y el collar de su bodi.
La tristeza se transforma en lágrimas y el alma emerge en una profunda confesión. “Por qué te me fuiste mi Drago, si eras mi mejor amigo, dónde quiera que estés, espero que estés bien, nos volveremos a ver mi bodicito”. García se aleja diciendo que para verlo solo tiene que cerrar los ojos. Redacción O. R. /Quito.