La distancia no es impedimento para ser papá
Quito.- Con 19 años dentro de la institución policial, Fricson Angulo, oriundo de la provincia de Esmeraldas, comparte su tiempo entre el ejercicio policial en Quito y su rol como padre y esposo en Quinindé.
Él está ahí siempre, desde las 7h00 hasta las 7h00 del día siguiente, en las puertas del Ministerio del Interior. Su deber está en resguardar la edificación, a su personal, y vigilar el registro de transeúntes por esta Cartera de Estado.
Tras su uniforme verde olivo oscuro, está Fricson. Un hombre de 45 años, padre de cuatro niños y esposo de Laura. Quien tuvo que asumir el papel de padre y madre, desde hace 19 años. ¿El motivo? Él trabaja como policía en Quito y debe esperar los días francos para poder verlos, un día y medio.
Aun así con cinco horas de diferencia, él siempre está omnipresente en su familia. La tecnología ha permitido que pueda comunicarse constantemente con ellos, estar pendiente de sus tareas, enfermedades, etc.
El apoyo incondicional de ellos es fundamental. Sin embargo, no verlos a menudo hace que él no deje de pensar que a sus hijos les falta el amor de padre, pese a las llamadas permanentes. Cada 15 días, él viaja hasta su natal Quinindé. Ya al llegar el viernes de salida, su familia espera con ansias la llegada de Fricson.
En casa, él trata de pasar el mayor tiempo posible con sus hijos. Entre risas, cuenta que sus dos hijas son celosas, más aún porque vive solo en Quito. Su esposa no, ella confía plenamente en él.
Los días del padre, navidades, cumpleaños y demás festividades colectivas, se las deja a la ‘suerte’. Jamás sabe qué año podrá compartir una de estas fechas en familia. A lo largo de estos años, vivir solo y lejos de su familia es duro. De todas maneras Fricson ama su trabajo y sin el apoyo de su familia, sin pensarlo, afirma que el no pudiera seguir en las filas policiales.
Aspira que su hijo de 14 años se convierta también en un gendarme. Laura, su esposa, jamás creyó que ser cónyuge de un policía sería tan difícil. La ausencia de Fricson en etapas cruciales como madrugadas en los hospitales por alguna enfermedad, hacen que ella cobre valentía y asuma sola la falta de él, así evita no preocuparlo por estar lejos de casa.
La calidad y no la cantidad de tiempo que Fricson da a sus hijos, hacen que Laura se mantenga firme y tranquila con ellos en Quinindé. Resalta que se casó con un excelente padre y esposo, quien brinda y se dedica al máximo a su familia en los cortos tiempos que el oficio le permite.
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Este domingo, Día del Padre, él volverá a pasar lejos de su hogar. Ya ni recuerda cuántas festividades ha perdido a lo largo de los años, pero sí las sorpresas que su familia le da como las visitas inesperadas en navidad. Con los ojos cristalizados, él recuerda esa anécdota, en la que Laura cogió un equipaje, a sus hijos, y llegaron a Quito para pasar con él la navidad.
Solo en dos ocasiones ha dejado su trabajo por la enfermedad de sus hijos. El no estar en esos momentos y escuchar el llanto desesperado de su esposa, lo consumen. Fricson pasa el día a día dividido entre sus dos amores: la familia y el trabajo. La distancia no ha hecho que deje de ser un padre ejemplar, pendiente de la llegada de sus hijas de la universidad a casa, de las calificaciones de sus otros dos hijos, de la salud de ellos y el amor de Laura.
La distancia los ha forjado aún más como familia, haciendo que el escaso tiempo en que pueden compartir una cena en familia, conversar y hasta ver televisión, sea valioso. En definitiva, para este policía la paternidad no esta determinada por la cercanía con sus hijos, sino por el amor que les profesa. Redacción AV/ Quito.
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