Los menores de edad tienen a una líder que protege sus derechos
Manta. A la teniente Paola Dávila le duele escuchar a un niño llorar porque considera que ellos no pidieron venir al mundo, sino que los adultos los trajeron. Por eso hay que criarlos bien y educarlos con palabras, no con golpes.
Dávila tiene ocho años como policía, en los primeros cinco fue parte de Servicio Urbano en la provincia de Pichincha y los tres restantes ha estado en la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) en Quito y Manabí.
De familia de militares y marinos, ella fue la única que eligió el verde aceituna de la Policía Nacional. “Desde niña siempre soñé con pertenecer a la institución policial, soñaba con ayudar a las personas”, dijo.
Rescate a recién nacidos
Algo que la motivó a escoger la especialización de Dinapen fue porque experimentó un procedimiento en el que encontró a un niño recién nacido dentro de una funda de basura, amarrado el cordón umbilical con un cordón.
“Era de noche, hacía un frío terrible en Quito. Estábamos patrullando y vimos que una funda se movía, al abrirla nos dimos cuenta que era un bebe que estaba en situación delicada. Lo recogimos entre los brazos y lo llevamos hasta un centro médico para que lo atiendan. El niño se salvó y está en uno de los orfanatos de la capital de los ecuatorianos. Eso, de cierta manera marcó mi inclinación para ser parte de la Dinapen, porque noté mi apego por los niños”, contó.
A la teniente se la observa impartiendo charlas de prevención o en operativos para recuperar menores de edad en fiestas clandestinas, centros de tolerancia, entre otros lugares, siempre al frente de su equipo como jefa de la Dinapen Manta. “Nos enfocamos en los problemas de los niños y se profundiza cuando son abusados sexualmente, víctimas de vulneración de derechos, acosos escolares, entre otros casos”, resaltó.
Se considera tranquila, amigable, le gusta ayudar a los demás, confidente, honesta, justa y que siempre trata de ser más líder que jefe. En la relación laboral está siempre pendiente de sus compañeros, tanto en el ámbito personal como en el trabajo. “Hay ocasiones que la parte familiar puede repercutir en el trabajo, siempre estamos presentes tratando de apoyarlos, porque somos una familia”, mencionó.
La oficial ha recibido felicitaciones públicas, una de ellas en el distrito Manta, por la reducción de los índices de delincuencia a nivel infantil y otra por el rescate de una niña recién nacida que fue robada en el hospital de Yaruquí por una persona que falsificó documentos y fingió ser pasante. Gracias a labores de inteligencia, Dávila y sus compañeros dieron con el paradero de la ciudadana y recuperaron a la menor de edad.
“Fue un latido de madre, mi hijo recién había nacido y la desesperación que sentía de ver a la mamá como abrazaba una almohada mientras lloraba, rogando que encontremos a su hija. El hecho de la preparación sicológica y el ser madre se convirtió en una fusión que permitió la recuperación de la bebé en media hora y entregarla a su madre. La mujer que presuntamente raptó a la niña fue detenida y juzgada”, sostuvo.
Preparación
Paola Dávila estudió en el colegio María Auxiliadora de Manta y al mismo tiempo en el 5 de Junio, obteniendo dos títulos de bachillerato, uno en Técnica de Administración y el otro en Físico Matemático. Posteriormente se educó en la Facultad de Comercio Exterior de la Escuela Superior Politécnica del Ejército, donde se incorporó. Luego, su amor por la institución policial la conllevó a postularse y realizar el curso para oficial, el cual duró dos años y medio.
“Fuimos 27 profesionales, quienes fuimos integrados a la promoción 69 de oficiales de línea”, manifestó.
Practica lo que predica.
Tiene dos hijos, uno de 6 y otro de 1 año de edad. Le gusta predicar y practicar lo que dice. Siempre conversa con su hijo mayor de todos los temas, incluso de qué es lo que puede pasar, cuáles son los riesgos, por qué tiene que avisarle algo. “Todo lo que nosotros fomentamos en la oficina, lo replico en mi casa. Quiero inculcar valores profundos en mis hijos para que cuando sean adultos continúen el camino correcto, que no se desvíen en vicios”, indicó.
Para la líder de la Dinapen Manta, un día normal significa levantarse a las 05h00, arreglar a sus hijos, hacer el desayuno, dejarlos en la escuela, llegar a la oficina, tomar contacto con la ciudadanía, organizar los operativos y las charlas de prevención. En la noche regresa a su casa a ver a los niños, dedica tiempo para jugar y conversar con ellos, además estudia y cuando está libre se dedica totalmente a su familia.
A futuro pretende sacar otro título universitario o realizar una maestría en sicología para relacionarlo con su trabajo y continuar en la institución hasta cuando la Policía Nacional le permita.
“Ser policía nos permite acercarnos a la gente, causamos un poco de admiración por ser mujeres que estamos en el campo que antes era netamente de varones. El hecho de llevar un uniforme no significa que dejemos de ser humanos, al contrario, eso nos facilita relacionarnos más y mejor”, mencionó la uniformada de 32 años de edad y quien es oriunda de Quito. Redacción L. R. /Manabí.
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