Máximo entrena para controlar el orden público y para ganar el campeonato juvenil de equitación

Quito. A pesar de su fuerza y su imponencia, Máximo es como un niño juguetón. No le gusta que le llamen la atención y quiere que siempre le estén acariciando su frente. Desde que era potro mostró gran inteligencia, pero cuando de entrenar se trata, no hay nadie quien lo detenga.
Quizá el equilibrio de mimos y de exigencia lo han hecho ganador de certámenes como el Campeonato provincial de Caballos Prenovicios (juvenil), el Nacional de Equitación Categoría Preliminar, comenta su instructor y maestro, el capitán Diego Zurita, quien es su jinete y su body a tiempo completo.
Los entrenamientos empiezan desde muy temprano iniciando con su limpieza y revisión médica. Esta vez, Máximo tiene un pequeño dolor en una de sus patas, producto de una mala maniobra cerca de un riachuelo donde le gusta jugar. Fue tratado con analgésicos y con un poco de vendajes para precautelar su salud.
Su recuperación es rápida y al instante ya está brincando junto con sus otros compañeros de armas de la Unidad de Equitación y Remonta (UER), como Andrómeda, Aquiles, Martín y Harry Potter. Este último es el más antiguo de todos y también es amigo de Máximo. Sus dormitorios están cerca y como tiene más experiencia, los demás le siguen, incluido el novel equino policía Máximo.
Otros escenarios
Todos tienen que estar armados y equipados (por así decirlo), en 15 minutos. No es fácil vestirlos, tampoco desvestirlos, comenta el sargento segundo José Pacheco. En caso de manifestaciones, cuando estas suben de tono y es donde más rápido debemos actuar, comenta el sargento.
El uniforme es pesado, tanto para el caballo como para el jinete, pero “es mejor porque este cuero nos ha salvado, sobre todo, de piedrazos”. Hay que tener claro que los caballos, por su tamaño son imponentes y lo que generan en la psicología de las masas es que cuando hay gran cantidad de personas, estas puedan ser controladas, más no reprimidas, indica el sargento segundo.
“No son entrenados para reprimir, sino para controlar y separar a la gente. Un solo caballo tiene la fuerza de 20 hombres. La gente debe entender que el uso de caballos es estratégico, no son un arma, sino un instrumento de trabajo. Desde nuestra posición de jinetes tenemos una mejor visibilidad, sin dejar de estar en peligro, porque una caída desde acá puede ser la última”, dice el capitán Zurita, quien dirige la práctica esta vez.
Harry Potter
De vuelta con Pacheco, este agente forma parte de la UER desde hace ya 10 años. Es el body de Harry Potter, cuyo nombre deriva del personaje de historietas que le gusta al clase y en honor al joven mago, bautizó a su caballo que ya tiene 12 años. También son bodys inseparables y conocen sus secretos y sus mañas.
El agente Potter muchas veces es el líder de su equipo. Y como más antiguo va a la cabeza de los demás. Es el primero que recibe los insultos, las piedras y los palos, es decir, es el primero en poner el pecho a las balas, cuando las marchas se tornan agresivas.
Rutinas de control
Los ejercicios en estos casos son diversos, primero se incluyen las rutinas de control y mando. Esto es colocar a los equinos en fila y que cada uno siga al más antiguo. Según Pacheco esto genera confianza, porque como son animales que se comunican en manada, estar en grupo los tranquiliza y si al uno le toca saltar, el siguiente le sigue.
Ese es el segundo ejercicio, saltar los obstáculos que puedan encontrar en las calles, como llantas, baldes, bombas, alambres. Martín está un poco nervioso, duda mucho de pasar por encima de unos baldes, pero tiene que hacerlo. Relincha, toma impulso y se detiene justo cuando tiene que saltar. El jinete también se pone nervioso, pero tienen que hacerlo, de lo contrario no hay franco y no hay zanahorias extras.
Con caricias en el cuello, Martín toma impulso y salta siguiendo a Andrómeda. El ejercicio es repetido seguidamente y otra vez vuelve a ser acariciado en el cuello. Los otros bodys de cuatro patas también relinchan a modo de felicitación.
El tercer ejercicio es con botellas de plástico regadas en el piso. Estas simulan las bolas que fueron lanzadas hacia las acémilas en la última marcha. El sonido es incómodo para los caballos que lucen agitados, pero tienen que hacerlo, sino les espera una hora más de ejercicio y esta vez sin «apapacho ni panela; ellos lo saben”, comentan los jinetes.
Los últimos ejercicios son a modo de prácticas secretas que tienen que ver con lanzas y fuego. No se las puede describir con tanto detalle, pero son las que tienen más que ver con acciones estratégicas de protección y control de masas. Sin más detalle, todos se forman, porque de sorpresa ingresa al establo el jefe de la UER.
Video:
Instrumentos de control
El mayor Gustavo Játiva es el director de la UER y apoya lo que dicen sus subalternos, sobre que los caballos son un instrumento de control y no de represión, porque los que inician las agresiones son los manifestantes. “Si no hay actos de violencia todo terminaría en paz y no habría problemas, un caballo nunca ha matado a nadie en una marcha”, dice el oficial superior.
Játiva también comenta que hay que romper el mito de que los caballos aquí son maltratados. “Todo lo contrario, aquí los 94 ejemplares, entre yeguas madres, potros y caballos operativos son cuidados, más vacunados y más preparados que muchos compañeros, de hecho cuando terminan sus funciones policiales son jubilados y no vendidos”.
En una ceremonia, se los despide con los honores del caso y con mucha devoción son puestos en las praderas de la UER, donde no dejan de ser cuidados, pero ya no son utilizados para trabajar y terminan sus últimos años comiendo pasto. Redacción O. R. /Quito.
Fotografías: