“Mi sub Shive”, la policía activa más antigua de la Policía Nacional

Quito.- En agosto cumple 36 años en las filas. Sus amigos con cariño le dicen que ya es un ‘activo fijo’ en la Policía Nacional. Se trata de la suboficial mayor Miryam Shive, la policía más antigua de la Institución.
En primera instancia se puede observar que es una mujer de carácter y de lucha. Lleva siempre el uniforme bien planchado y pulcro. Mira siempre a los ojos y sus palabras están hechas de sinceridad y firmeza.
Conversar con ella es viajar en el tiempo, cuando las mujeres no tenían mucha cabida y el machismo reinaba en la institución policial. De hecho eran marginadas y no eran tomadas en cuenta a no ser para temas que tengan que ver con niños de la calle.
Eso fue con lo que se topó, desde el 31 de agosto de 1979, año en que ingresó a la Policía Nacional. “Como vivía cerca de la antigua Comandancia, entre las calles Mideros y Cuenca, siempre veía a los uniformados y me gustó”, cuenta.
Pero ingresar a la Policía Nacional no fue fácil. Cuando se acercaba a la Comandancia nadie le daba información, “las propias mujeres policías de la época eran egoístas y decidí mejor ingresar a la Universidad Central y estudiar administración de empresas”, comenta.
Pero el destino estaba trazado. Un anunció en la televisión la empujó a que deje su carpeta en la Comandancia. Luego de varias semanas, la misma Policía Nacional la llamó y le dijo que era una de las seleccionadas para seguir un curso de investigación. El sueño se cumplía.
Desde ese día de agosto del 79, la historia de amor entre Miryan Shive y la Policía Nacional se mantiene hasta la actualidad. De inmediato se puso el uniforme (blusa blanca, pantalón y saco azul) y fue enviada al área operativa.
Durante cinco años realizó trabajos antidelincuenciales y labores de inteligencia e infiltración. Esto último trabajo casi termina con su vida. Cuando realizaba labores de infiltración fue con un compañero a dejar supuestamente un dinero como rescate al secuestro de un político.
Luego de realizada la operación, al regreso con sus superiores, el oficial a cargo les dijo que los secuestradores estaban dispuestos a disparar contra ellos porque sabían que eran policías, que los encañonaron incluso, pero que no lo hicieron porque no querían desatar un enfrentamiento más grande.
Después de ese susto, su vida tomó otro camino. Se casó con su novio de cinco años. “Antes, nos decían que para casarse debían pasar cinco años en la institución, y mi esposo me esperó y ahora tenemos ya 30 años de casados”.
Un superior le dijo que como ya tenía familia debía trabajar en el área administrativa. Es así que la enviaron a cumplir funciones de secretaria en la Dirección Nacional de Investigaciones.
“En esos años sabía mucho inglés y hacía las traducciones de los informes de los jefes, cuando intercambiábamos información con Estados Unidos”, cuenta.
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Esa capacidad de secretaria bilingüe la llevó a trabajar en la Comandancia, como secretaria del comandante general, allí se mantuvo por casi 12 años. El principal logro que tuvo fue gestionar que las madres policías tengan una hora de lactancia, que hasta el momento se mantiene.
Pero no todo fue bueno. Ni siquiera la delincuencia fue tan agresiva con ella, como lo fue el machismo. “Hubo un mayor que una vez me dijo que para qué estudiaba, que ni él siendo jefe estudiaba, que trabajaba o estudiaba”.
Esta negativa hacia ella generó un sentimiento de revancha contra esa posición, y al contrario se preparó de tal forma que fue una de las fundadoras de la Dirección Nacional de Planificación de la Institución y ostenta el título de licenciada en gestión administrativa.
Cuenta ella, que ahora las cosas han cambiado de tal forma que ahora la mujer es el talento humano con más prestigio en la Institución. “Antes los uniformes eran estándar, no habían faldas, ni blusas, sino pantalones y camisas, en la actualidad es diferente”.
El sacrificio dado a la Policía Nacional ha sido contribuido con las innumerables experiencias recibidas, entre ellas ser presidenta del Círculo de Suboficiales, de impulsar la lucha contra la violencia intrafamiliar, de viajar a otros países para recibir capacitaciones.
“En los talleres los compañeros policías me cuentan sus problemas con sus parejas, yo les ayudo con consejos y después regresan a agradecerme, eso no lo cambio por nada, esa oportunidad no la hubiera tenido si fuera civil”, dice.
En el ocaso de su carrera, y a pocos meses de terminar con éxito su vida profesional, trabaja como si fuera el primero, hace 36 años. “Si me dejaran quedarme, lo haría, pero ya no se pueden. Me retiraré dejando a mi hija (la Dirección de Planificación) a mis compañeros”, comenta con tristeza.
Es hora del final de la entrevista y la vitalidad de “mi sub Shive” está intacta. A ella se la puede encontrar en la Dirección de Planificación, en la Dirección de Control de Tránsito de la Policía Nacional.
La frase más contundente dicha por ella, antes de reiniciar sus actividades, es que “sí se puede ser un buen policía”. Los planes después del 31 de agosto de 2015 es colgar el uniforme, “no voy a dejar de trabajar, le ayudaré a mi esposo en la fundación que él tiene y de paso ayudaré a la comunidad como siempre lo he hecho, y terminaré así mis días”, finaliza la mujer policía valiente y leal. / Redacción Quito.
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