Ser parte del GIR es una bendición para el comandante de esta Unidad élite

Quito.- Con 46 años de edad, 19 de ellos dedicados al Grupo de Intervención y Rescate (GIR), Víctor Hugo Zárate, comandante de esta Unidad élite, agradece a Dios por permitirle ser un comando GIR.
Su amor por la Institución policial se afianzó cuando estuvo ya enrolado a las filas de las fuerzas del orden. Luego de integrar por un breve tiempo el Servicio Urbano, fue al Grupo de Operaciones Especiales (GOE), y fue uno de los primeros en esa Unidad. Posterior, al hacer el curso de Intervención y Rescate, la adrenalina y el miedo lo sedujeron y fue al Grupo de Intervención y Rescate (GIR), a la edad de 28 años, hasta la actualidad.
¿Miedo? Sí, pero desde que ingresó al GIR aprendió a controlarlo. Su personalidad denota seriedad. Su voz gruesa y fuerte, denotan rudeza. Sin embargo, Víctor Hugo es un hombre de familia y trabajo. Su vida anda al vaivén de ambas mareas para darles lo mejor de sí.
Es católico y devoto de la Virgen de Guadalupe. Cuando tiene tiempo va a misa en familia. Visitó capilla de la virgen en México, cuando fue agregado policial en ese país en el 2010. Ahí la conoció y, relata, sintió una energía fuerte y especial. Se trajo una réplica al Ecuador.
No es estrella de Hollywood, tampoco un superhéroe. Sin embargo, él ha superado un sinnúmero de batallas quizás insignificantes para muchos pero muy importantes para él y para el país. Combatir la delincuencia no es tarea fácil, pero Víctor Hugo considera que cuando se está bien preparado, el resto viene por añadidura.
En sus 19 años como comando del GIR, ha realizado muchas incursiones policiales y tácticas de diferente índole. En este grupo élite, prácticamente creció en “familia”, sin envidias y sin que alguien se considere más que otro. Al GIR ingresó como teniente, luego pasó a capitán, mayor… y ahora coronel. Su paso por aquí ha representado diferentes roles y cargos, pero siempre trabajando hombro a hombro con los demás comandos.
Considera que su profesión no es de riesgos. A mayor preparación estos disminuyen, afirma. Su familia acepta y apoya sus decisiones. Hubo una temporada que pasó a ser comandante del GIR en Manta, su familia se quedó en Quito pero cada franco o días libres, él viajaba para dedicar todo ese tiempo a ellos.
Familia
Tiene dos hijos. Una adolescente con la que comparte “los karaokes y las salidas a la discoteca”, junto a su esposa y un niño de 11 años, a quien apoyará en cualquier decisión que tome, sea esta formar parte de la Policía o no. Cuando era más pequeño, él lo llevaba al GIR y hacía guardia con los comandos. También le mandaba a confeccionar trajes de comando.
La bendición familiar es importante en cada paso que da y cada operativo al que asiste. Víctor Hugo recuerda que en el 2003 fueron partícipes de un operativo para la liberación de Alfonso Darquea, empresario secuestrado. En aquel operativo, en Mindo, hubo un cruce de balas por parte de los secuestradores.
Dos de sus compañeros resultaron heridos. Uno, perdió un ojo producto de un proyectil que lo impactó. Para Víctor Hugo esta experiencia lo marcó. No es creyente de amuletos, pero justo ese día, antes de salir de casa, su hija en ese entonces con 10 años de edad, le regaló una carterita para la buena suerte. Desde ese momento la lleva siempre en uno de los bolsillos de su pantalón.
Apoyo internacional
En el 2010, otra de las anécdotas que lo marcaron fue su estadía en México. Se encontraba de agregado policial cuando ocurrió la matanza de las 72 personas en Tamaulipas. Ecuador fue el único país cuyos agregados policiales acudieron al lugar. “Era un desastre, una barbarie”, expresa.
Fueron a prestar ayuda para la identificación de los ciudadanos ecuatorianos fallecidos y también para brindar resguardo al único sobreviviente. Víctor Hugo relata que aquel joven tenía miedo y no creía que ellos eran de Ecuador, ganarse su confianza y mostrarle seguridad fue clave para poder traerlo de regreso al país y que su vida esté segura.
Afición y amor por el GIR
No todas las experiencias son trágicas, también hay buenas. Su hermano comparte la misma afición y amor por el GIR. Es menor por cuatro años y sigue los pasos de Víctor Hugo, pues actualmente comanda el GIR de Guayaquil. No han tenido la oportunidad de trabajar hombro a hombro en un operativo, pero administrativamente sí han organizado este tipo de operaciones.
En el año 2000 fue escolta del expresidente Bill Clinton, cuando visitó la capital ecuatoriana. También, el pasado julio del 2015, tuvo la oportunidad de liderar y resguardar al Papa Francisco. A este último, le regaló la primera moneda del GIR, con el objetivo de que el Sumo Pontífice no se olvide del grupo élite ecuatoriano y que lo bendiga siempre. Como anécdota, el Papa quiso devolvérsela bendecida y le dijo que no, que era exclusivamente para él. Asume que ya debe estar en el Vaticano.
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Trayectoria y experiencia
Por su trayectoria sobresalen no solo las experiencias y trabajos, también cursos y capacitaciones. Desde ir a Colombia hasta Rusia. En su memoria se guardan cursos de toda índole. De explosivos, de incursiones, del FBI, de paracaidismo, entre otros. Conocimientos que ha venido a compartirlos con su familia, los miembros del GIR.
A la par de cursos, su estantería se llena de premios y reconocimientos. Los personales, afirma, los tiene en su casa, como la medalla que recibió en el 2003 por el caso del empresario Darquea. “Todos los que participamos en ese operativo recibimos una medalla”. En su oficina, en cambio, muestra dos estatuillas de comandos, una de bronce y otra de plata, correspondientes al 2014 y 2013, en la que como Unidad fueron a un concurso internacional en Colombia. Este año esperan obtener la estatuilla de oro, para dejar en alto el nombre del GIR, de la Policía y del Ecuador.
Agradece a Dios en cada oportunidad, por permitirle ser un comando del GIR. Una familia más con la que puede compartir experiencias, trabajo y logros. Y, sobre todo, ayudar a la comunidad y al país en general. Redacción A. V. /Quito.
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