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Un policía de corazón, quien lucha a diario contra las drogas

Manta. Enrique Bautista indaga, camina, trota, busca, lidera, e interviene en cada operativo que realiza su Unidad. Su afán es combatir la comercialización de drogas y evitar que los ciudadanos sean presa fácil de este mal que aqueja a la sociedad.

Bautista es teniente coronel de la Policía Nacional y desde hace ocho meses es el jefe Antinarcóticos de Manabí. Conversando con él, se percibe el amor que le tiene a la profesión que escogió, lo que según sus palabras es, “ser un uniformado de corazón. Me hice policía por vocación, aunque mi papá fue coronel del Ejército pero nunca me llamó la atención aquel servicio”, mencionó.

Trayectoria

El gendarme tiene 24 años en la Institución policial, la mayoría dedicados a la lucha contra las drogas. En 1990 se graduó como subteniente. Inició sus labores en el Regimiento Quito, luego estuvo en Manabí por el lapso de un año. Pasó al curso de frontera con los militares y fue designado al sector de La Chonta en Zamora Chinchipe. Hace una pausa y cuenta que en aquel sector no había luz, ni agua. Para bañarse tenían un sistema de canales, no había baños sino letrinas y les tocaba cocinar con leña.

Posterior a eso, regresó a Quito a formar parte de la Unidad Antinarcóticos, lugar en el que estuvo alrededor de ocho años. Después formó parte de Servicio Urbano en el distrito Portete de Guayaquil, donde fue uno de los creadores de las zonas seguras y se desempeñó en Antinarcóticos Pichincha, Tena, Esmeraldas y Guayaquil.
Lo enviaron a Lago Agrio pero le pidieron que regrese al servicio Antinarcóticos por su experiencia, debido a que tiene cursos antidrogas a nivel nacional e internacional, en países como Perú, Chile y Venezuela.

“Me llamaron a trabajar en Antinarcóticos hasta la actualidad, donde he servido a la comunidad y he evitado que las drogas destrocen vidas humanas, y que los antisociales realicen actividades que están encaminadas a dañar la condición humana”, dijo.

Anécdota

Recuerda que cuando era teniente, buscaba a unas personas que vendían droga en la capital de los ecuatorianos y entró con otros agentes a un concierto de Molotov, todos vestidos para la ocasión, con cabellos alborotados y pantalones rotos.

En ese momento hicieron el acercamiento necesario con las personas que se dedicaban a expender droga. Cuando estos los llevaban a la casa donde se proveía el alcaloide se acercó un oficial uniformado y los apartó para saludarlos. Los agentes tuvieron que ignorarlo y hablar mal de la Policía Nacional para que no sospechen que eran parte de la Institución. “Casi se daña un procedimiento en el que investigamos algunas semanas, al final aprehendimos 10 sacos de marihuana y detuvimos a un sujeto”, contó.

Al agente policial le gusta la verdad, detesta la hipocresía y la mentira. La honestidad y el ser líder le apasiona. Guía a su personal a la excelencia y cumpliendo objetivos que todos anhelan. Aconseja a sus compañeros que actúen con el corazón, pero siempre respetando el marco de los derechos humanos y las leyes.

Hijo y líder

Es divorciado, no tiene hijos y vive con su mamá, con quien tiene una relación muy buena. “Somos amigos, confiamos el uno en el otro y siempre estamos pendientes de lo que nos pasa. Soy hijo único, hace 17 años mi hermana falleció en un accidente”, detalló.

Practica ciclismo, le gusta caminar mucho e ir al gimnasio. A sus 45 años de edad piensa seguir adelante, siendo un policía entregado y que su familia se sienta orgullosa de él. A nivel profesional, espera seguir combatiendo este mal con el apoyo de la comunidad y de las familias. Cuando incautan droga, él se siente satisfecho de haber cumplido con la misión encomendada al servicio antinarcóticos.

“Algunas veces he estado cerca de la muerte, en varios cruces de balas, pero siempre tengo el temor a Dios, porque él es quien nos protege cada día y con la bendición de mi madre que me fortalece, he logrado salir adelante”, finalizó.

Aquella bendición de su madre, cada día o antes de cada operativo, la recibe por medio de mensajes escritos o de voz, debido a que ella está en Pichincha y él en Manabí. Redacción L. R. /Manabí.

Fotografías:


 

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